domingo, 5 de abril de 2009

Eran siete pero no enanitos

Esta película inaugura un nuevo género Wikipedia en lo que a películas respecta: “No entiendo una mierda lo que pasa en la primer hora de película hasta que al final mas o menos me cierra todo pero tampoco significa que sea el típico final shyamalaman en el que cierra absolutamente todo ya que todo había sido previamente pensado para ser cerrado sin dejar nada en el tintero”.

Bien se podría describir la película de esa forma. Arranca rara, uno está perdido para seguir la trama. Pero eso no significa que sea un embole del estilo “película que fue hecha para que nadie entienda una mierda y los críticos salgan a decir que está buenísima porque no se animan a decir que no entendieron*”, y que una persona normal diría que apesta, si no que dentro de lo inentendible es totalmente atrapante. Porque uno quiere ir siguiendo la trama para ver con que nos va a “sorprender” después.

Empieza con un tipo medio hecho mierda (Will Smith) que llama al 911 y dice “hola, preciso una ambulancia, quiero reportar un suicidio, el mio”. Luego de haber visto rescate 911 infinitas veces en mi infancia (así quedé después) diría que es la única parte para reírse en la película, si es que uno recuerda tan enorme programa. De ahí arranca para atrás a contar algo que en realidad no tenemos idea de qué es pero que hay que seguirlo. Por lo tanto, si te embolaste en la primer media hora, jodete, porque después viene toda la resolución.

Se podría decir que es del tipo de películas que van para adelante y para atrás, haciéndote un pedo tal en la cabeza que uno piensa que en realidad al editor se le mezclaron los rollos (21 gramos y todas las peliculas del pibe este que según el nabo que una vez condujo los oscar y se creía un salado, tendría que ir a un sicólogo, y memento). Es más, yo fui a verla con esa intención, porque me gustan ese tipo de películas voladas. Pero en realidad va por otro camino distinto. No se va tanto al carajo como las antes mencionadas, haciendo hincapié en el tema de la sensibilidad y en “hagamos de este mundo un mundo mejor!”. Por lo tanto, depende del estado de ánimo con que uno la mire la impresión que le va a dejar. Si uno va con la idea de buscar todos los detalles y no tomar la película como un todo va a pensar “paraaaaaaaaaaa negro, te crees que me voy a creer esa?” y va a salir pensando que es la película más pelotuda que vio en los últimos años (después de Titanic) dado que el mundo no se puede cambiar y es todo una absoluta mierda. Pero si se va más o menos abierto de mente sin cerrarse en los detalles que harían de la película una bosta poco creíble, es sumamente disfrutable. Si caés en la segunda categoría llevate un buen paquete de kleenex porque lo mínimo que va a pasar es que te deje los ojos llorosos.

Para ver en un día reflexivo de tu vida y salir con el espíritu de “quiero cambiar el mundo” y después darte cuenta que si podés cambiar tu cuarto es suficiente. Para salir un poco optimista de la sala de cine hasta que salis del Shopping y ves gurisitos pidiendo monedas a las 12 de la noche, con un frio de re cagarse y lluvia torrencial (me enseñó Emiliano Branciari** que la crítica social pedorra vende como la puta madre. Loco, con hambre no se puede pensar) .


* Dicese de películas como el dirigible, o casi cualquiera de Almodovar, Woody Allen o David Lynch

** Pensador y crítico social uruguayo contemporáneo

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